Origen del proyecto
En 1918, el arzobispo de Tarragona, el Dr. Antolín López Peláez, pidió a Don Sanç Capdevila Felip, ecónomo de la parroquia de Forès, que realizara un estudio sobre los archivos parroquiales de la archidiócesis de Tarragona. La memoria, titulada «L’estudi, ordenació i inventari dels arxius parroquials» (El estudio, la ordenación y el inventario de los archivos parroquiales), está fechada el 1 de diciembre de ese mismo año. La muerte del arzobispo, el 22 de ese mismo mes, impidió que el prelado la recibiera. A pesar de esto, el 19 de enero de 1919, Don Sanç Capdevila la libró al vicario capitular de Tarragona, el Dr. Gaietà Sentís Gran.
Fundación del Arxiu Històric Arxidiocesà de Tarragona
El 21 de diciembre de 1919, el Dr. Francesc d’Assís Vidal i Barraquer fue nombrado arzobispo de Tarragona. Poco después, el 9 de febrero de 1920, el nuevo prelado determinó la creación de un archivo diocesano donde se guardaran todos los documentos históricos y los manuales antiguos del Arxiu de la Provincia Tarraconense, de la Taula Arquebisbal de la Secretaria de Cambra, de la Cúria Eclesiàstica y de los archivos parroquiales de toda la archidiócesis. Ese mismo día, pidió a Don Sanç Capdevila que se encargara del proyecto. De esta manera, se fundó el Arixu Històric Arxidiocesà de Tarragona (AHAT).
Esta fue una de sus primeras providencias al frente del arzobispado de Tarragona. Todavía hoy se desconocen las razones que llevaron al arzobispo a tomar esta decisión, aunque se ha apuntado como posible causa de la fundación el proyecto que tenía el Dr. Vidal i Barraquer de crear en Tarragona una universidad católica como las que ya había en Milán y en Lovaina.
Don Sanç Capdevila i Felip
Nació en Maldà el 11 de diciembre de 1883, hijo de una familia acomodada. Estudió en el Seminario y en la Universitat Pontifícia de Tarragona. Fue ordenado presbítero el 19 de septiembre de 1908. Fue vicario de Sant Martí de Maldà y, posteriormente, de Guimerà así como también ecónomo de Forés. Fue el fundador y el primer director del AHAT, cargo que desempeñó de 1920 a 1932. Finalmente, fue ordenado, previa oposición, archivero canónigo de la Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Tarragona (1931-1932). Murió en su pueblo, Maldà, el 19 de septiembre de 1932 a la edad de 48 años.
En el opúsculo titulado El archivo parroquial y su ordenación. Estudio y normas prácticas para ordenar, catalogar y conservar los archivos parroquiales (Barcelona, 1926), Don Sanç Capdevila propuso un sistema de ordenación y de catalogación de los archivos parroquiales. También fue autor de un importante número de monografías sobre castillos (Maldà, Arbeca), santuarios (el Tallat, Sant Magí de la Brufaganya), iglesias (Guimerà), cofradías, etc., y escribió artículos de ámbito histórico en muchos periódicos y revistas de la época. Por indicación del cardenal Vidal i Barraquer, reunió la legislación eclesiástica –sínodos diocesanos y concilios provinciales- que los obispos de la Tarraconense habían promulgado a favor del uso del catalán en la enseñanza y en la predicación de la doctrina cristiana. Finalmente, en 1930, con el fin de evitar la represión de la dictadura de Primo de Rivera, fue publicado de forma anónima el libro Processus iuris ecclesiastici, que recogía el fruto de su investigación.
El espació y la infrastructura
En 1920, se habilitó una sala en la planta baja del Palau Arquebisbal, que acogería el nuevo archivo. Se trataba de la gran sala, situada entre la muralla y el huerto, justo debajo de la capilla, que hoy se ha convertido en sala de reuniones. Las obras de rehabilitación empezaron rápidamente. Una vez finalizadas, la sala se dejó secar durante un año.
El 14 de mayo de 1921, llegaron al ahat los cuatro primeros armarios de madera, que hizo el carpintero Josep Juncosa a 220 pesetas cada uno y cuyas puertas estaban cubiertas con una red metálica. El 23 de julio se instaló la cajonera de las cédulas. Finalmente, el 28 de septiembre llegaron los últimos ocho armarios.
En 1929, el cardenal Vidal i Barrquer encargó al arquitecto barcelonés Jeroni Martorell el proyecto de un edificio de planta nueva para instalar el AHAT. El prelado cedió su cochera, situada entre los edificios del Palau Arquebisbal y del Seminari, con el fin de ubicar allí el ahat. Sin embargo, el proyecto no se materializó.
Organitzación del archivo
El 10 de febrero de 1921, Don Sanç Capdevila fue a Barcelona para visitar y conocer el funcionamiento del Arxiu de la Corona d’Aragó y el Arxiu de la Ciutat de Barcelona. Por otra parte, el día 14 de ese mismo año, consiguió de Puig i Cadafalch, el entonces presidente del Institut d’Estudis Catalans, el compromiso de la tramitación al AHAT de todas las obras de tipo histórico que publicara aquella institución y de todas las obras repetidas que tuviera la Biblioteca de Catalunya, así como también una subvención económica que permitiera encuadernar los volúmenes del archivo. El primer cheque, de 250 pesetas, llegó el 3 de agosto de ese mismo año.
El 15 de febrero de 1921 llegaron al AHAT los primeros archivos parroquiales. Se trataba del fondo documental de las parroquias de Belltall, Conesa, Passanant i Forès. El 16 de ese mismo mes se empezó a separar el archivo de la Secretaria de Cambra, donde se encontraba parte del archivo los religiosos trinitarios de Tarragona. El 22 de agosto fueron trasladados al ahat un montón de papeles encontrados en una cela del Seminari Pontifici de Tarragona, que resultaron ser fragmentos de visitas pastorales, registros de negocios y manuales notariales. El 27 de septiembre el cardenal Vidal i Barraquer depositó en el ahat el archivo del castillo d’Aramprunyà y el de la familia Foxà. Desde ese momento, Don Sanç Capdevila inició su periplo por las parroquias del arzobispado con el fin de recoger la documentación que, posteriormente, los rectores enviaban a Tarragona. El 3 de octubre de 1924 llegaron al AHAT los últimos documentos recopilados por Don Sanç Capdevila. Con los archivos parroquiales de la Secuita y de Codony quedaron recogidos prácticamente todos los fondos parroquiales del arzobispado de Tarragona a excepción de los de Reus, Valls y Montblanc.
El 10 de diciembre de 1921, el cardenal Vidal i Barraquer ordenó que toda la documentación del arzobispado de Tarragona anterior a 1750 fuera depositada en el AHAT. Una triple intención movía esta providencia episcopal: evitar la posible pérdida de documentación, asegurar su conservación y facilitar su consulta.
A pesar de la formación autodidacta de Don Sanç Capdevila, tuvo acceso a los últimos avances de la archivística moderna. Se sabe que había leído a los autores franceses, italianos y holandeses más importantes del momento. Y así lo demuestra su propuesta de ordenación y de catalogación de los archivos parroquiales. Firme defensor del principio archivístico de la procedencia, reorganizó los fondos documentales ‘mensa arquebisbal’, vicariato eclesiástico, Secretaria de Cambra i Govern, provincia eclesiástica, parroquias, religiosos y cofradías, así como también se cuidó de reestablecer o de crear series y subseries documentales.
La preocupación de su época por la afirmación nacional lo llevó a recoger las notarías eclesiásticas. Convencido defensor de la tesis según la cual Cataluña era una tierra de pacto, se preocupó de los libros y manuales notariales, de los libros de testamentos y de los capítulos matrimoniales, etc. La serie notarial, iniciada en muchas parroquias en el siglo XIII y acabada en 1736, llegó a ser en muchas poblaciones la documentación conservada más antigua. Sin duda, otra preocupación no menos importante para él fue la de recoger cuidadosamente los archivos parroquiales del Concilio de Trento.
Un largo letargo
La muerte de Sanç Capdevila en 1932, justo cuando la legislación republicana empezaba a despojar económicamente a la Iglesia, supuso el inicio de un largo letargo para el AHAT. Se tuvo que esperar a 1935 para el nombramiento del nuevo archivero diocesano, cargo que recayó en Don Jeroni Claveras i Brunet, quien había estudiado arqueología clásica y archivística eclesiástica en Roma. En 1936, cuando estalló la Guerra Civil, la situación empeoró aún más.
Durante la Guerra Civil, a pesar de que algunos de los archivos parroquiales fueron quemados o destruidos total o parcialmente, el ahat se salvó prácticamente en su totalidad. Durante los primeros momentos, cuando fueron saqueadas las oficinas de la Secretaria de Cambra i de Govern, parte de la documentación corriente se perdió o se mezcló. La acción decidida de las autoridades permitió preservar el ahat. La documentación se salvó gracias al hecho de haber tapiado la entrada, aunque esto no impidió la entrada al AHAT, ya que este disponía de una entrada lateral.
Una vez terminada la guerra, el Palau Arquebisbal no fue devuelto inmediatamente a la Iglesia de Tarragona, sino que permaneció en manos del ejército nacional. El 31 de diciembre de 1940 se hizo efectivo el traspaso a manos del vicario general, el Dr. Salvador Rial Lloberas.
La larga ocupación militar (1939-40) impidió el restablecimiento de las antiguas series documentales. Todavía se tardaría unos años a reencontrar la documentación y rehacer la antigua organización. Mientras, se creó una única serie de notaria del arzobispado, bajo el cuidado del Vicariat Eclesiàstic, y la documentación de la Secretaria de Cambra i Govern inició un largo periplo de empobrecimiento archivístico y desorganización.
El AHAT continuó bajo la dirección de Mn. Jeroni Claveras. Con su nombramiento como secretario de cámara y gobierno del Arzobispado (1948-1953) su dedicación al Archivo mermó, necesariamente. Esta es una de las épocas más oscuras del AHAT. Los investigadores iban a Secretaría y un oficial les daba la clave del Archivo. Así se convierten señores, sin ningún tipo de apoyo ni control por parte de la dirección. El Archivo permaneció en el más absoluto olvido.
El nuevo edificio
En 1968 se decidió trasladar la sede del ahat a causa de una invasión de termitas. El cardenal Benjamín de Arriba y Castro pidió asesoro a la Dirección General de Archivos y Bibliotecas con el fin de analizar la situación en la cual se encontraba el ahat. El informe técnico se centró en el estado de las instalaciones y en el de los fondos documentales que se habían depositado. Las conclusiones finales no fueron demasiado favorables: se constató la falta de espacio para depositar la nueva documentación y la ausencia de un lugar adecuado para ser habilitado como sala de lectura para los investigadores.
Con el fin de paliar las carencias remarcadas por el informe técnico, se decidió construir un edificio para alojar el ahat. Fue en este momento cuando se decidió recuperar la idea inicial propuesta por el cardenal Vidal i Barraquer: construir el ahat donde anteriormente se había ubicado la cochera, entre el Palau Arquebisbal y el Seminari Pontifici. Las obras empezaron en otoño de 1968 y duraron tres años. El coste de la obra fue asumido por el Arzobispado de Tarragona, que aportó 2.700.000 pesetas y que recibió una ayuda de 1.500.000 pesetas de la Dirección General de Archivos.
A pesar de que la estructura del nuevo edificio fue proyectada para la instalación de armarios compactos, que hubieran permitido una mayor conservación de la documentación, estos no pudieron ser instalados por problemas económicos. Los antiguos armarios de madera se sustituyeron por unas estanterías metálicas niqueladas.
En 1971 la nueva sede del AHAT fue bendecida por el arzobispo Josep Pont i Gol.
El enderezamiento
La reapertura del AHAT significó también un nuevo impulso en la política archivística de concentración de fondos, que seguía la línea iniciada por el cardenal Vidal i Barraquer. El 1 de marzo de 1979, el arzobispo Pont i Gol pidió a todas las parroquias del arzobispado de Tarragona que depositaran en el AHAT toda la documentación anterior a 1850.
En 1969 fue nombrado director del AHAT Don Francesc Xavier Ricomà Vendrell, quien había cursado estudios sobre patrimonio y archivística en Roma. La primera tarea encargada al nuevo archivero fue la de trasladar los antiguos fondos documentales de la antigua sede al nuevo edificio del ahat. Esta circunstancia le sirvió para poner en cajas parte de la documentación que hasta ese momento se había servido en pliegos. Durante esta época, se varió el tratamiento archivístico aplicado a los fondos parroquiales. Las series y subseries que pacientemente había establecido Don Sanç Capdevila fueron sustituidas por una numeración continuada.
En 1978 se nombró director del AHAT a Don Salvador Ramon i Vinyes. El nuevo archivero se esforzó para que se continuara con la concentración de la documentación de los archivos parroquiales del ahat. Otra de sus preocupaciones fue la de acabar el inventario de los fondos parroquiales que inició Don Sanç Capdevila, quien se había detenido en la letra F.
Un presente abierto al futuro
En 1999 se nombró director del AHAT a Don Manuel Fuentes Gasó, quien hasta ese momento había sido fiel colaborador de Don Salvador Ramon. Desde su nombramiento, el ahat ha iniciado un proceso lento pero constante de modernización. El primer objetivo fue el de la rehabilitación y el arreglo de las instalaciones del ahat (2003). Así, se dotó al personal de espacios de trabajo adecuados y a los usuarios de una nueva sala de consulta.
Se ha continuado con la política de concentración de archivos parroquiales, así como también se ha promovido e incentivado la incorporación de fondos personales al ahat, tanto de carácter eclesiástico como de carácter laico. El deseo de reestructuración de la institución ha llevado a iniciar un proceso de revisión y de inventariado de todos los fondos parroquiales depositados en el AHAT. Simultáneamente, se trabaja en la elaboración del cuadro de clasificación del AHAT. Recientemente, a través de un convenio con la Diputació de Tarragona y la Fundació Santa Tecla, se ha adquirido el material informático necesario para la progresiva informatización del AHAT (2006).